Adquirir deudas no es necesariamente malo. De hecho, es una herramienta indispensable para avanzar económicamente; pues, difícilmente tenemos todo el dinero para comprar de contado una casa o para establecer un negocio propio, por ejemplo.
Lo malo está en sobre endeudarse sin tomar previsiones. Es decir, si no contamos con la liquidez para cumplir luego con esos compromisos. Pero también con razones de fondo: “¿Qué beneficios económicos me traerá en el futuro esto que compro a crédito?”. Esa es la pregunta base que nos permite distinguir una deuda o crédito bueno de otro malo.
Deuda mala
Por este tipo de deuda se entiende toda aquella que no genera rentabilidad ni abona al patrimonio a largo plazo. Es decir, que, por el contrario, el valor de lo adquirido se deprecia conforme pasa el tiempo.
Otra de sus características es que sus créditos, generalmente, tienen altos intereses. Suelen ser compras generadas por impulsos, por ofertas vagas y decisiones que no se meditaron con profundidad.
Para tener una idea del impacto de este fenómeno, basta citar el hallazgo publicado en la revista Psychology Today en 2023, que revela que el 27% de los estadounidenses admitió haber gastado mucho dinero y el 32% ha asumido más deudas en los últimos seis meses. Por cierto, estos compromisos se adquirieron sobre todo entre millenials y personas de la generación Z, como una forma de lidiar con el estrés.
Ejemplos de deuda mala
Podemos poner por caso el uso de la tarjeta de crédito para efectuar compras compulsivas, incluyendo el extra crédito o cuotas especiales. Su tasa de interés es la más elevada dentro del sistema bancario.
Esto no quiere decir que las tarjetas son malas por naturaleza. Si financian equipos, gastos e inversiones que en el futuro puedan generar réditos, su uso es positivo. Pero también cabría preguntarse si no es mejor recurrir a un crédito personal con una tasa más baja, periodos de gracia y lapsos más flexibles para pagar.
Hablando de tasas elevadas, otro ejemplo de deuda mala son los prestamistas informales; es decir, lo que se hacen fuera del sistema bancario. Estos suelen caer en la usura imponiendo intereses exorbitantes, justamente para propiciar el impago y afectar más de la cuenta al prestatario. En algunas circunstancias para tomar, ilegalmente, control de sus bienes o amenazarlos.
Razones que conducen a tomar mala deuda
En primer lugar, está la falta de educación financiera. El juicio de los clientes se ve eclipsado por la promesa de satisfacción inmediata de los gustos. Adquirir a crédito un televisor, un viaje, ropa, accesorios para el carro… pero sin que se tenga la liquidez para responder a esos compromisos es un problema seguro.
Otras razones están en las facilidades de préstamos en línea, que no siempre dan detalles de las tasas de interés, penalidades y demás tarifas, con lo cual se incrementan los pagos.
Mantener un estilo de vida que no guarda relación con los ingresos reales de las personas es otra fuente de mala deuda. Se incurre en compras prematuras solo por tratar de llevar el paso al entorno familiar o social.
Deuda buena
Esta deuda, por el contrario, es la que genera a mediano y largo plazo rentabilidad al patrimonio de la persona.
También se suele indicar que son créditos que se adquieren con baja tasa de interés. Aunque en la práctica no siempre es así, pues, hay factores económicos que pueden llevar a aumentar las tasas de interés.
Pero lo crucial está en que las cuotas se puedan cubrir sin problemas con los ingresos. Es decir, nunca dedicar más del 30% de estos al pago de compromisos crediticios.
Ejemplos de deuda buena
Los créditos para estudios, la adquisición de equipos para trabajar o para la productividad del negocio propio, líneas de créditos comerciales, las hipotecas, préstamos para bienes raíces, vehículos con fines comerciales, entre otros, constituyen ejemplos de deudas que en el futuro ayudarán a generar ganancias, bienestar y más estabilidad..
Estrategias para conseguir buena deuda
Evalúa y compara productos crediticios y pregunta al personal del banco, no solo por la tasa de interés, sino también por las tarifas, costos de apertura y cierre de créditos, penalidades, seguros y otros factores más.
Invierte tiempo en tu formación financiera, familiarízate con los conceptos económicos básicos.
Asimismo, ponte metas económicas a largo plazo que conduzcan a tu tranquilidad financiera: fondo de retiro, bienes inmuebles, terrenos o solares, estudios de postgrado, educación de los hijos, monto inicial para establecer un negocio, etcétera. Usa siempre un presupuesto para controlar tus finanzas mensuales, donde, como mínimo, el 20% esté dedicado al ahorro y no más de 30% esté destinado al pago de deuda.