Tiene el poder de deslumbrar. Visto con algo de metáfora es una suerte de pequeño genio mágico, hibernando en algún punto del universo de las finanzas, que espera tan solo a que se active tu sentido del deseo y voilà: lo que deseas está en tus manos. “Gracias, señor extracrédito”.
Esta operación cae de perlas cuando se trata de una emergencia o cuando tienes una estrategia de gasto detrás bien diseñada. De lo contrario, puede ser un riesgo o motivo de frustración.
Tenemos que empezar recordando los datos esenciales de los extracréditos, que también reciben el nombre de créditos diferidos.
Para empezar, funcionan como una segunda tarjeta de crédito, es decir, una línea de préstamo aprobada adicional a tu plástico principal y que tiene un límite.
Supongamos que tienes una tarjeta con un banco de RD$50,000 y la entidad te asigna —con tu consentimiento, se supone— un extra de RD$70,000. Este monto lo puedes utilizar para adquirir productos, servicios o, según el banco, adelanto de liquidez que se te depositaría en tu cuenta.
Ventajas de los extracréditos
El extra es un crédito revolvente. Esto quiere decir que a medida que se pague lo gastado podrás seguir usándolo nuevamente, en función de tu límite, claro está. Tal cual como sucede con un plástico crediticio tradicional.
Tiene la ventaja de que su utilización, incluso su propia solicitud, puede ser más rápida que solicitar un crédito personal convencional.
Puedes decidir en cuánto tiempo pagar, que pudiera ser desde unos cortísimos tres meses a unos dilatados 60 meses (dos años y medios) o incluso más.
Dependiendo del banco, puede haber una tasa fija si el lapso de pago es corto. Algunos otros no cobran intereses, pero, de nuevo, siempre que el tiempo de financiamiento sea corto.
Otra gran ventaja es que no tienen penalidades si abonas o si saldas completamente lo que has financiado con el extra.
Información crucial sobre los extracréditos
Lo más importante en este sentido son los intereses. Suelen ser elevados (de 20% o más) y se reparten entre los meses o cuotas que hayas elegido para saldar tu préstamo.
En consecuencia, estás adquiriendo algo por más valor que si lo hubieras comprado de contado.
Debido también a la tasa de interés de los “extras”, terminan siendo más onerosos que un crédito personal común, que suelen tener una tasa más baja, pero, como ya dijimos, pudiera tomar un poco más de tiempo solicitarlo.
¿Cuándo conviene utilizar el extracrédito?
Puede ser un salvavidas cuando se tiene una verdadera emergencia, y esta rebasa tu fondo de emergencia o este está en plena construcción. Pero lo ideal siempre es contar con un robusto fondo que equivalga incluso a seis meses de tus gastos corrientes.
También pueden ser útiles para aprovechar oportunidades de compras cuando en breve tiempo, mejor si es antes de la fecha de corte, vas a obtener el dinero para saldar por completo el financiamiento.
Para los emprendedores también puede ser una fuente de adelanto de efectivo para invertir en proyectos o en el pago de compromisos, como el adelanto de impuestos.
Sin embargo, hay que reconocer que este tipo de procedimientos siempre encierra un riesgo. Por ejemplo, que tu cliente se retrase con tu pago o que el propio negocio no llegue a buen puerto.
Ahora bien, ¿cuándo definitivamente no conviene usar el extracrédito? Pues, cuando con él empiezas a pagar (financiar, en realidad) tus gastos corrientes: la alimentación, el alquiler, el transporte, etcétera. Eso solo indica que tus finanzas andan mal, porque sencillamente los gastos corrientes deben saldarse con los ingresos ordinarios, constantes y sonantes, nunca con crédito. En ese caso, busca asesoría para poner orden en tu economía.