A sus 34 años, Ana tiene un trabajo prometedor y un hijo de cinco años. Es una excelente trabajadora y siempre ha llevado sus finanzas con orden y buen historial crediticio. Pero unos meses atrás tuvo inconvenientes con su vivienda; Carlitos, su niño, tuvo un accidente; y su carro se dañó.
Por ese entonces se apoyó en dos tarjetas de crédito. Pero tomando en cuenta que son el producto crediticio con tasa de interés más elevada, fue peor el remedio que la enfermedad. Haciendo frente a todas esas situaciones se sobrendeudó.
Con los retrasos con los bancos, incluso para pagar el teléfono y la electricidad, el historial de Ana se afectó negativamente. Su score crediticio pasó de 870 a 225.
No obstante los escenarios negativos, en el trabajo le dieron una buena noticia: representará a la empresa en un congreso en el extranjero dentro de un año.
“¿Ahora qué hago?”, se preguntaba Ana durante la madrugada, en la soledad de su habitación. “Cuando revisen mi historial en la embajada, se van a dar cuenta de mis deudas. Me van a negar la visa”.
Tiene razón en lo que atañe al historial crediticio y a la aprobación de los visados. Pero lo que no sabe Ana es que hay posibilidades de sanear el historial crediticio y subir el score. Solo es cuestión de actuar con rapidez, con inteligencia y, sobre todo, con mucha consistencia.
Asesoría para negociar
“Buenos días, señora Santana, ¿cómo se encuentra? Le llamamos porque tiene una deuda pendiente de…”. De inmediato una sensación incómoda trepó por la espalda de Ana; cerró la llamada.
Más tarde esa semana, volvió a recibir una llamada semejante. Esta vez no cerró de inmediato, sino que dejó hablar a la joven al otro lado del teléfono:
“Pudiéramos ver qué posibilidades de negociación hay con su banco”.
Una nueva sensación rondó por su cuerpo, esta vez fue una suerte de calidez en su pecho. “¿Eso es posible? ¿Ustedes me pueden ayudar con eso?”, preguntó. “Absolutamente, podemos ayudarle a conseguir un acuerdo de pago”, le respondieron.
Ana exhaló profundo, le salió como una fuerza escurridiza, con una soltura que su propio cuerpo se había negado en los últimos meses.
Negociar con el banco
La muchacha le explicó que, además de servir de mediadores con su entidad financiera, la agencia de cobros podía asesorarle con sus finanzas.
Ana pensó que esto podría ser un servicio costoso, pero no resultó así. “Tanto la mediación como la asesoría no tienen costos. Lo que procuramos es que las partes, usted (como cliente del banco) y el banco (como cliente nuestro) lleguen a un entendimiento pronto”.
Le contó sobre sus ingresos, sus cargas familiares, la liquidez actual y lo que preveía tener a la vuelta de unos meses, la reducción de gastos en casa, etc. Con esa información la especialista de la agencia elaboró varios escenarios.
“Señora Santana, en función de sus ingresos actuales y de los que usted misma proyecta recibir a la vuelta de unos meses, el banco pudiera acceder a hacer un plan de pago flexible en cuatro cuotas para ponerse al día”, le informó la joven un par de días después.
Esa misma semana firmó el pagaré notarial, que incluía las condiciones del nuevo plan de pago con su entidad financiera.
Prestataria disciplinada
Ana sabía muy bien lo que estaba en juego, así que cumplió con las dos primeras cuotas con puntualidad. Su score subió, un poquito pero subió.
En esos dos meses, ella consiguió dar una asesoría profesional y ganó un dinero extra. Al momento de la tercera cuota pago completamente todo lo adeudado.
El crédito se saldó y se cerró en el buró de crédito. Esta vez el aumento de los puntos del score crediticio fue mayor, porque sirvieron para culminar el compromiso crediticio.
En la oscuridad de su cuarto, en el silencio de la noche, Ana seguía desvelándose. Solo que ahora imaginando cómo sería su presentación en el extranjero.
Crédito controlado
Para seguir mejorando su imagen como buena pagadora, luego de saldar su deuda en mora, consiguió una nueva tarjeta de crédito.
Se trató de un plástico con una garantía, un certificado de depósito. El límite de crédito no era elevado, pero le iba sirviendo para reflejar las siguientes acciones:
- No excederse del 50% de su límite
- Pagar completo a tiempo
- Nunca limitarse a hacer el pago mínimo
- Incluso pagar apenas un día después de la facturación
- Costear algo productivo (cursos profesionales en línea)
De esa manera, Ana saneó su historial crediticio, subió su score crediticio (dejó atrás esos comprometedores 225 puntos) y obtuvo su visado. Ahora sonríe, luego de una mañana en el congreso y de una tarde tirándose fotos en la estación King’s Cross, en Londres. Justo en ese lugar de peregrinación para los amantes de Harry Potter, tal como lo es ella y, más recientemente, Carlitos.