Detrás de algunas o muchas adquisiciones que hacemos y que no son necesarias está la marcada influencia de las emociones. Quizás no somos totalmente conscientes; pero más de una vez el enojo, la frustración, la euforia o el estrés nos ayudaron a empuñar una tarjeta de débito o crédito.
De manera general, a este fenómeno se le llama compras compulsivas. Pero cuando se mira con el prisma de la psicología reciben el nombre de gastos emocionales.
Conviene que lo miremos también con este lente para detectar si no hay razones más profundas en ese sobreendeudamiento de nuestra(s) tarjeta(s) de crédito, en los desbalances de nuestros ingresos o en los arañazos que le damos a nuestros ahorros.
El peso de las emociones
Desde principios del siglo XX, se ha analizado el tema de la adicción a las compras. De hecho, fue el psiquiatra Emil Kraepelin el primer estudioso en identificar este fenómeno en 1915.
Una de sus complejidades es que puede generar un círculo vicioso. En principio se experimenta una sensación de placer (o la disminución de una sensación de malestar) por la cercanía con la compra. Pero posteriormente se manifiestan el arrepentimiento, la culpabilidad o la vergüenza.
¿Qué suele hacer la persona para reestablecer cierta sensación de bienestar? Comprar. Entonces, se cierra el círculo… y la persona, si no toma medidas o busca ayuda profesional.
Para identificar si tienes un problema en este sentido, vale la pena reparar en manifestaciones como las siguientes:
- Pasar mucho tiempo navegando en webs o apps de compras.
- Experimentar desazón y culpa después de comprar.
- Tener nerviosismo (síndrome de abstinencia) si no se compra por un tiempo corto.
- Sobreendeudamiento con la tarjeta de crédito.
Si esto está ocurriendo, entonces convendría hacer un examen de introspección: “¿qué estoy sintiendo al momento de hacer la compra?”, “¿qué sentimiento me domina?”.
Los especialistas en el área psicológica advierten que, si predominan sentimientos como inseguridad, aburrimiento, ansiedad, depresión, tristeza, agresividad, entre otros; entonces, posiblemente las compras sean una suerte de escapatoria ante conflictos internos más relevantes.
Controles a los gastos emocionales
Hay mecanismos, estrategias y prácticas que nos pueden ayudar a limitar esas compras desordenadas y dañinas para nuestra economía.
Hacerse las preguntas esenciales
Se trata de ir identificando la utilidad y pertinencia de lo que adquirimos. Para ello es válido hacerse las siguientes preguntas:
- ¿Este artículo es un deseo o una necesidad?
- ¿Puedo permitírmelo sin afectar mis ahorros, ingresos o productos crediticios?
- ¿Esto traerá valor y satisfacción a largo plazo?
Si la mayoría de las respuestas apuntan a daños económicos y satisfacciones fugaces, la decisión debe ser desistir.
La regla de las 24 horas
Se trata de dejar pasar ese lapso, pues, luego de él los gastos que no son prioridades suelen relativizarse y perder el atractivo.
Una combinación que se puede aplicar es hacerse acompañar de un amigo a los espacios de compras, como las plazas comerciales. El objetivo es que impida incurrir en gastos no planificados.
Lista de compras
Siempre hay que adquirir cosas indispensables, como los alimentos. Pero incluso cuando vamos al super por alimentos podemos caer en tentaciones.
Por ello es de mucha utilidad limitarnos a una lista de artículos previamente identificados y, sobre todo, presupuestados.
Pagar en efectivo
Muy de la mano con lo anterior, otra estrategia recomendada es salir a diario de casa con solo el efectivo que se usará ese día. Nada de tarjetas de débito o crédito.
De esa manera, la persona se limitará a lo esencial. También es una herramienta muy popular entre los que están reduciendo gastos para superar un sobreendeudamiento.
Establecerte metas económicas
La idea es que dejes de lado los gastos superfluos y ese dinero lo vayas destinando al ahorro disciplinado, incluso que destines parte de tu patrimonio a las inversiones.
Establecerse objetivos como la compra de un vehículo, un inmueble, la cobertura de estudios universitarios, fondos para el retiro laboral, entre otros ejemplos posibles, ayudan a que se concentren los recursos económicos en lo realmente indispensable.
Buscar ayuda profesional
Si implementar estas estrategias no te ayudan a controlar tus gastos emocionales o compras compulsivas, debes buscar ayuda psicológica profesional. De esa forma determinarás las motivaciones más profundas que te hacen incurrir en este comportamiento.No debes sentir vergüenza por ello; antes bien, orgullo; buscar ayuda es sinónimo de inteligencia y valentía.